Juan Carlos Cremata: “Yo practiqué natación. Si me quieren ahogar voy a nadar. Quiero seguir creando”
lunes, octubre 19, 2015 | Jorge Ángel Pérez | 5 Comentarios
LA HABANA, Cuba.- Me puse de acuerdo con Juan Carlos Cremata para vernos en un sitio público. Nos pareció perfecto el parque que está frente al cine Acapulco. Llegué antes de la hora acordada y, mirando la marquesina de aquella sala, pensé en el tiempo que debía transcurrir para que otra vez se anunciara el estreno de alguna de las películas de mi entrevistado. Cuando llegó, puntual y dispuesto a sostener el diálogo, nos procuramos el banco más sombreado.
Juan Carlos, te fuiste a China después de que el Consejo Nacional de las artes escénicas tomará la decisión de disolver El ingenio, proyecto que diriges desde hace algún tiempo, ¿que significó para ti ese viaje?
No me resultó extraño que el viaje y la distancia me abrieran un mundo de reflexiones, sobre todo cuando estuve sobre la gran muralla china. De un lado del muro estaba la dinastía Qin, la Han, la Ming, la que fuera…, y del otro la barbarie mongola, lo inexplorado. Estar sobre la muralla, esa que dividía el inmenso territorio, me llevó a pensar en todo lo que había alcanzado con mi trabajo y en el incierto porvenir que me esperaba. Sobre aquella mole de piedra y ladrillos indagué en lo que significaba estar dentro y con aquellas dinastías, o quizá del otro lado y explorando un mundo desconocido.
¿Entonces esa visita a La Gran Muralla te sirvió para escribir la declaración de principios que circulaste por correo electrónico?
Con esa declaración, y usando los términos de la resolución del Consejo, traté de explicar mi situación. A través de ella creo dejar muy claro que a pesar de todo lo que aconteció después del estreno de El rey se muere mi vida como artista no termina.
¿Eso crees?
No termina a pesar de la censura. Soy muy positivo. Cuando me diagnosticaron mi enfermedad no me eché a morir, seguí trabajando y eso haré también ahora. Siempre he pensado que estoy viviendo en un bonus track, debe ser por eso que trabajo tanto, y no quiero dejar de hacerlo. Si no me dejan lo seguiré intentando, porque mis compromisos son conmigo mismo. Quiero ser consecuente con todo lo que pienso. Este puede ser el final de un camino pero también el principio de otro. Me asiste todo el derecho a expresarme como artista y como ser humano.
¿Es por eso que después de aquella resolución que te obligaba a alejarte del teatro, reclamaste al Consejo de las Artes Escénicas?
Fuiste uno de los que me recomendó hacer esa reclamación al Consejo pero no creo que me permitan regresar al teatro. Dudo mucho que hagan una rectificación y que me dejen trabajar con los mismos presupuestos que me han acompañado hasta ahora. Ellos saben que si vuelvo seguiré provocando, que intentaré polemizar cada vez. No creo que me lo permitan y yo no estoy dispuesto a bajar la cabeza ante una ninguna institución que quiera condicionar mi creación. En El rey se muere intento decir que nosotros exhibimos tranquilamente una gran resistencia al cambio, y también que no hay porque obedecer ni seguir cualquier dictado. ¿Qué daño puede hacer una obra de teatro a un gobierno? Creo que el poder es muy débil si teme tanto a lo que hago. Desde hace mucho sé que el uso de la fuerza es la ausencia de la razón. Si usan la fuerza gritaré. Te confieso que nunca me sentí tan libre como ahora.
¿Entonces no volverías al teatro si rectifican esa decisión?
Hice la reclamación a pesar de que no tengo ninguna esperanza. Creo que no podría trabajar con quienes no me entienden y a los que yo tampoco consigo entender. No creo que sean capaces de rectificar, y no quiero que vigilen todo lo que hago; eso es lo que podría ocurrir. Me cuesta mucho trabajo entender que se desbarate un proyecto que construí yo mismo y que ahora otros se encargaron de destruir, y lo peor es que no son artistas; quienes acabaron con él son funcionarios, algunos sin ninguna preparación. Duele pensar que quienes juzgaron mi trabajo pueden estar mañana dirigiendo la industria básica o una fábrica de zapatos.
¿Qué harás entonces?
Yo practiqué natación. Si me quieren ahogar voy a nadar. Quiero seguir creando. Ahora mismo me gustaría hacer una versión de Semen, una obra de Yunior García. Puedo asegurarte que seguiré dando pelea. Alguien me recomendaba no decidirme por el exilio porque me moriría de tristeza, entonces le respondí que sería peor que me mataran de tristeza.
¿Entonces ya pensaste en el exilio como una salida inmediata?
No es una salida inmediata. Ni siquiera sé si será una salida.
Ahora viajarás a Seattle, ¿puedo confiar en tu vuelta a casa?
Volveré de Seattle, pero tengo la certeza de que el exilio no es una salida deshonrosa. Martí y Heredia fueron al exilio. Yo viví mucho tiempo fuera y nunca quise más a Cuba que en ese tiempo, pero el exilio es una posibilidad para la que tengo que estar preparado. El exilio no es una enfermedad…, y ya que me quitaron una mitad de la vida no quiero que me quiten la otra mitad. Te confieso que no quiero policías, que no quiero golpes.
¿Crees que llegarían a tanto?
¿Crees que debieron llegar a la censura?
Pero aún te queda la posibilidad de hacer cine…
El ICAIC responde, como el Consejo de las Artes Escénicas, al Ministerio de Cultura, y no creo que ellos produzcan o promocionen una película dirigida por mí. Cuando fui al festival “El gallo de oro y las mil flores”, fue porque los chinos decidieron que fuera mi película Contigo pan y cebolla quien representara a Cuba, pero el ICAIC no movió un dedo para que yo asistiera a ese evento tan importante. Para el viaje al festival de cine de Seattle tampoco han hecho nada.
¿Cuál ha sido la reacción de tus colegas ante la censura?
Hay gente que se te acerca y te habla muy bajito y al oído, hay gente que te mira de lejos, y están los que no se te acercan ni te miran de lejos. Algunos de esos silenciosos tienen un gran talento, y creo que cierran la boca para cuidar su terreno, su espacio para la creación. Están también los que se pronunciaron en contra de la censura y a quienes agradezco mucho. Entre ellos está Norge Espinosa, Eduardo del Llano, Miguel Coyula, Nelda del Castillo, y algunos otros. Creo que los artistas deben pronunciarse contra cualquier tipo de censura. Algunos de ellos tienen mucho talento y sería imposible no escucharlos.
¿Y por qué crees que se decidieron por el silencio?
Por miedo, y también porque no fueron los medios oficiales los que se ocuparon del asunto. Supongo que los asustó el hecho de que se pronunciara el Nuevo Herald y Radio Martí, CubaNet… te confieso que me habría gustado que en la “polémica” hubiera participado el diario Granma, Juventud Rebelde, Cubadebate o el Noticiero Nacional de Televisión, pero esos guardaron silencio, y también muchos artistas… No quiero ponerme a juzgar a mis colegas porque los verdaderos culpables son otros. Los culpables son esos a los que se les paga y quizá hasta pudieron evitar todo esto.
¿Cómo?
Cumpliendo con su trabajo. Yo no ensayé a escondidas. Yo no prohibí, tampoco podría hacerlo, su entrada a los ensayos. El Consejo tenía que saber lo que yo estaba preparando, tenía la posibilidad de ver cada parte del proceso. Eran ellos los que me pagaban. Yo asumiría la parte de responsabilidad que me toca si ellos asumieran la suya. Si disolvieron El ingenio, también deberían disolver al consejo o al menos a su dirección. ¿Acaso ellos hicieron bien su trabajo? ¿Por qué tomaron medidas únicamente contra mí?
¿Supones que te dejaron trabajar sabiendo…?
Creo que esto se venía preparando desde La hijastra. Después de la censura de El rey se muere fui al teatro a ver otras obras que decían cosas que no estaban distantes de lo que dijimos nosotros o de lo que creen que yo decía. Ellos vieron lo que querían ver. Así sucedió muchas veces en el teatro cubano. Así sucedió con Virgilio Piñera, con Antón Arrufat, y yo no sé si pueda esperar cuarenta años para subir a un escenario y decir al público: “Yo soy el autor de esa obra…”.
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Cremata y bandera cubana (foto cortesía del autor)
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El rey se muere (foto cortesía del autor)
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Maridelmis Marin (la reina Margarita) Yusan Chamay (oscuro asesor) y Pedro Díaz Ramos (Berenjena Primero) en EL REY SE MUERE (foto cortesía del autor)
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Con Luis Alberto García en Chamaco (foto cortesía del autor)
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Con Jon Fosse dramaturgo noruego (foto cortesía del autor)
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Con Isabelle Huppert en La Habana (foto cortesía del autor)
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Con Nikita Mijalkov en La Habana (foto cortesía del autor)
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Cremata y bandera cubana (foto cortesía del autor)
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El rey se muere (foto cortesía del autor)
ACERCA DEL AUTOR

(Cuba) Nacido en 1963, es autor del libro de cuentos Lapsus calami (Premio David); la novela El paseante cándido, galardonada con el premio Cirilo Villaverde y el Grinzane Cavour de Italia; la novela Fumando espero, que dividió en polémico veredicto al jurado del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos 2005, resultando la primera finalista; En una estrofa de agua, distinguido con el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar en 2008; y En La Habana no son tan elegantes, ganadora del Premio Alejo Carpentier de Cuento 2009 y el Premio Anual de la Crítica Literaria. Ha sido jurado en importantes premios nacionales e internacionales, entre ellos, el Casa de Las Américas
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