ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 18 Nov 2015 – 9:24 am. | 1
El segundo jefe de la Dirección Política de las FAR en el Pleno del Consejo Nacional de la CTC trató de nuevas donaciones ‘voluntarias’ de los trabajadores para la defensa.
Acaba de celebrarse el 98 Pleno del Consejo Nacional de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC). Como se ha vuelto habitual en los últimos tiempos, varias de las intervenciones de los participantes giraron en torno a los problemas que presenta la Resolución 17 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que vincula el salario con los resultados productivos.
Al secretario general de la CTC, Ulises Guilarte de Nacimiento, no le quedó más remedio, al menos por esta vez, que reconocer las afectaciones salariales sufridas por buena parte de los colectivos laborales, muchas veces por causas no imputables a los trabajadores. Una situación en la que sobresale, por ejemplo, la carencia de materias primas que obliga a paralizar la producción de bienes o la prestación de servicios.
Sin embargo, el plato fuerte de este pleno fue la exposición del general de brigada Jorge Luis Méndez, segundo jefe de la Dirección Política de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Según los organizadores del pleno, se trató de “la acostumbrada rendición de cuentas de las FAR al movimiento obrero cubano”.
No deja de resultar sospechoso ese maridaje entre los militares y los sindicalistas oficialistas. En lugar de ser un espacio en el que los primeros informen realmente acerca de sus actividades, cualquiera diría que este tipo de reunión traza las pautas que debe seguir el movimiento obrero para agradar a los altos mandos de las FAR y, por ende, a la cúpula del poder.
Las evidencias indican que la relación militares-sindicalistas siempre ha sido en esa dirección. Hace 35 años, cuando los gobernantes cubanos comprendieron que los soviéticos no acudirían en defensa de la Isla si sobrevenía un conflicto militar con EEUU, fueron creadas las Milicias de Tropas Territoriales (MTT) como parte de “la guerra de todo el pueblo”.
Entonces los militares le “orientaron” al movimiento obrero que cada trabajador debía aportar el importe correspondiente a un día de salario para el financiamiento de las MTT. En lo adelante esa carga financiera, unida al pago de la cuota sindical, devino en un calvario para muchos trabajadores, que a duras penas cumplían la “orientación” para no señalarse ante las instancias políticas y administrativas de sus centros laborales.
Ahora, tras el establecimiento de las relaciones diplomáticas con EEUU, y disminuidas las tensiones militares entre los dos países, a la jerarquía castrista no le ha quedado otra opción, quizás muy a su pesar, que modificar el aporte obrero a las tareas de la defensa. Un aporte monetario que, para casi todos en Cuba —incluyendo a algunos identificados con el Gobierno— había perdido su razón de ser.
En ese contexto, el 98 Pleno de la CTC informó que a partir de 2016 el aporte monetario de los trabajadores ya no será mediante una cuota fija impuesta desde arriba, sino que cada trabajador, de un modo “voluntario”, declarará la cuantía y el momento en que efectuará la donación, que en lo adelante se denominará “Mi aporte a la Patria”. Aunque el anuncio fue hecho por Carmen Rosa López, segunda secretaria de la CTC, nadie cree, por supuesto, que la iniciativa haya partido de esa organización.
El general Méndez aprovechó la ocasión para poner sobre el tapete dos “tareítas” en las que los sindicatos debían colaborar. Una de ellas se relaciona con la búsqueda de ubicación para los casi 3.000 jóvenes licenciados del servicio militar activo durante el primer semestre del actual 2015 —el 22% del total de desmovilizados—, y que hoy se hallan desempleados. Un mensaje que pudo estar dirigido, en lo fundamental, a los directivos sindicales de cooperativistas y cuentapropistas, también presentes en el pleno.
Por otra parte, el jefe militar lamentó la escasa incorporación de muchachas al servicio militar voluntario femenino. En un hipotético escenario de nuevas reducciones de plantillas en las entidades estatales, y recurriendo al clásico “poner el parche antes de que salga el grano”, al general Méndez le gustaría que los sindicatos ayudaran en la captación de esas jóvenes. El jefe de la Dirección Política de las FAR prefiere verlas montadas en los tanques y manipulando cañones, antes de que engrosen otro ejército muy potente entre nosotros: el de prostitutas y jineteras.
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